Un cinéfilo

Publicado el

Llevo un rato en el cine, en la misma gloria, viendo un documental admirable, Particle Fever, que hace apasionantes y cercanos los descubrimientos más recientes de la Física, las teorías más aventuradas,  cuando alguien que ha llegado tarde se sienta en el asiento contiguo al mío. La película la ponen en el Film Forum, que tiene algo de refugio y templo casero para los aficionados al cine. Esta temporada ponen, una por una, todas las películas de Hitchcock. Además está en el Village, en West Houston, y antes de entrar o al salir uno puede darse paseos por esas calles cercanas que son un laberinto, ya que se trazaron antes de que se impusiera la cuadrícula. No hay manera de no perderse en ellas. A veces, en las más recónditas, se tiene toda la impresión de estar en Amsterdam, sobre todo en una tarde como la de hoy, silenciosa y nublada.

A mi lado, mientras en la pantalla una investigadora explica su afición idéntica por la música y las matemáticas, el individuo come y bebe, y consulta cada pocos segundos la pantalla luminosa del teléfono. Mastica cosas secas y crujientes y las rebusca escarbando en el interior de la bolsa de plástico. Bebe sorbiendo ruidosamente con una pajita. Se pone la bolsa y la maceta de la bebida entre las piernas y teclea en el teléfono. Como escarba cada vez más hondo tengo la esperanza de que se le esté acabando el pienso. Pero la bolsa es inagotable. Se remueve en el asiento. Sé que se le ha terminado la bolsa porque la ha tirado al suelo y ahora cruje cuando la pisa. Recibe otro mensaje, lo contesta. Mira a la pantalla sin apartar del todo los ojos del teléfono. Vuelca el contenedor de la bebida para encontrar un resto que pueda sorber con la pajita. En cada esquina de Nueva York hay una gran papelera y todas las papeleras de todas las esquinas rebosan a todas horas de bolsas, contenedores de comida, vasos de plástico o de papel con tapa y pajita, botellas de resfrescos dulces. Se levanta. Alguien se vuelve y protesta. Abandona la sala y ya va hablando en voz baja en el teléfono. Apenas he empezado a aliviarme ya está regresando. Se rasca la cabeza y la barba.Termina la película y está tan embebido tocando la pantalla y tecleando mensajes que no parece que se dé cuenta de que se han encendido las luces.